La Liturgia es la cumbre a la cual tiende
la actividad de la Iglesia, al mismo tiempo,
la fuente de donde mana toda su fuerza...
CONCILIO VAT. II Constitución S.C. N° 10
INTRODUCCIÓN
En el capítulo anterior veíamos cómo la oración era la meta culminante de la catequesis. En la vida de la Iglesia, cuando esta oración se hizo comunitaria, se transformó en liturgia; es decir, la oración de la comunidad creyente que celebra públicamente la obra salvadora de Dios a través de su Hijo Único. Dios nos da su Palabra o un gesto salvador (sacramento) y la comunidad creyente responde con un compromiso de adhesión y difusión del mismo.
La palabra liturgia viene del griego: "leitos", del pueblo y "ergon", acción. La liturgia busca establecer un contacto comunitario con Dios. La liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia.
Iniciar a los niños en la liturgia es una de las más hermosas tareas que nos toca realizar en nuestra catequesis. Por la iniciación litúrgica los niños se integrarán a la oración comunitaria de toda la Iglesia, que ha venido celebrando la vida de Dios desde que Jesús lo ordenó. De allí, su importancia. Por esta razón la iniciación litúrgica de los niños debe comenzar desde los comienzos de la catequesis.
Un camino privilegiado para la Iniciación Litúrgica de los niños es a través de las Celebraciones de la Palabra. La iniciación litúrgica de los niños estará signada, jalonada por las Celebraciones de la Palabra. Las fiestas litúrgicas importantes (Pascua, Pentecostés y Navidad) pueden ser vividas de una manera alegre y profunda a través de las mismas.
Las Celebraciones de la Palabra constituyen uno de los momentos privilegiados y más hermosos de la catequesis. En los últimos tiempos, han adquirido un lugar importantísimo en la iniciación litúrgica de grandes y pequeños, transformándose en verdaderos encuentros de oración, donde los niños pueden sentir y expresar su fe, comunitariamente.
Las Celebraciones de la Palabra nos tienen que ir llevando paulatinamente a la gran celebración de la Iglesia: la Eucaristía. La Eucaristía es el culmen de la Liturgia de la Iglesia y para ella nos debemos preparar todos los cristianos. Los niños van participando junto a sus familias de la Eucaristía. Resulta ineludible prepararlos a conciencia desde pequeños para que puedan ir participando plenamente en la misma
En este capítulo analizaremos fundamentalmente la dinámica de las Celebraciones de la Palabra, la preparación de Eucaristías con niños y dos elementos que están muy asociados a ellas: el canto y el gesto. Entonces, el capítulo se dividirá en cuatro apartados especiales:
A. LAS CELEBRACIONES DE LA PALABRA.
B. LOS SIGNOS Y GESTOS.
C. EL CANTO.
D. LA EUCARISTÍA CON NIÑOS.
A) LAS CELEBRACIONES DE LA PALABRA
¿Qué es celebrar?
"Celebrar es reunirnos para recordar y festejar algo. Celebrar es encontrarnos para compartir nuestra vida y darle una nueva dimensión. Celebrar es revivir juntos una experiencia, un acontecimiento. Celebrar es actualizar una vivencia y compartirla..."
Catequistas del IPA
Toda celebración tiene un CARÁCTER FESTIVO, al menos DE ESPERANZA. Celebrar es agradecer por la vida misma, es gozar y disfrutar por la historia compartida.
La celebración es una fiesta, pero no entendida como distracción o evasión, sino como afirmación de un pasado que se asume en el presente para proyectarlo a un futuro que nos compromete. Por ello, para que haya fiesta es fundamental que la persona se sienta libre, solidaria y que sea capaz de amar, de acoger, participar, compartir con el otro.
Nuestra fe nos permite hablar de celebración aún en los momentos difíciles, en las situaciones penosas de la vida. Ya que asumir con profunda serenidad una situación límite conlleva una celebración en la esperanza de que Dios nunca nos deja solos y que algún día todo va a ser diferente.
¿QUÉ SE CELEBRA?
Se celebra lo que se comparte con otros: el proyecto común con sus logros y aciertos, pero también con sus temores y sombras. En síntesis, se celebra la vida misma, lo vivido y por vivir.
Toda celebración supone:
• un hecho o acontecimiento motivante MOTIVO
• un grupo de amigos, una comunidad ASAMBLEA
• un lugar apropiado, un momento especial,
una situación diferente:
CLIMA FESTIVO
preparación, vestimenta, adorno, comida,
invitaciones, música, etc.
• un gesto extraordinario y específico:
un brindis, cortar la torta, entregar un UN GESTO RITUAL
diploma, soplar las velas, una corona
de laureles, etc.
LAS CELEBRACIONES DE LA PALABRA
"Gran importancia en la formación Litúrgica de los niños y en su preparación para la vida litúrgica de la Iglesia pueden tener también las diversas celebraciones de la Palabra... Más aún creciendo su capacidad espiritual ténganse frecuentemente con ellos sagradas celebraciones propiamente dichas de la Palabra de Dios principalmente en los tiempos de Adviento y Cuaresma. Las cuales grandemente pueden favorecer en los niños la estimación por la Palabra de Dios... "
Directorio Litúrgico para las Misas
con participación de niños, n° 13 y 14.
Como su nombre lo está indicando, las Celebraciones de la Palabra son una fiesta en torno a la Palabra de Dios. Ya, en el Antiguo Testamento celebrar la vida era celebrar la fe. Dios mismo quiere que las alegrías del pueblo sean su alegría, sean su fiesta. (Cfr. Ex. 23, 14-16; Dt. 16, 1-16)
Las Celebraciones de la Palabra son actividades privilegiadas del encuentro con Dios. Son momentos de intenso contacto con Dios. Se entroncan en la vida litúrgica de la Iglesia. Ellas constituyen una auténtica Iniciación Litúrgica y preparan para la gran celebración de acción de gracias: la Eucaristía.
Desde el punto de vista de la fe, las Celebraciones de la Palabra se distinguen (al igual que los sacramentos) de las celebraciones profanas por su eficacia. Las celebraciones comunes se limitan a recordar hechos pasados y agradecer por ellos. En cambio, las celebraciones en la Iglesia no sólo reviven, de una manera siempre nueva, lo que están celebrando sino que también realizan lo que están significando. Dios realmente se hace presente y actúa en cada celebración del pueblo de Dios reunido en su amor.
Las Celebraciones de la Palabra tienen como propósito establecer un contacto personal y comunitario con Dios. Por ello no deben perder el sentido de fiesta, de encuentro, de lo sagrado, de memoria viva (anamnesis)
CELEBRACIONES
DE LA PALABRA
SENTIDO DE FIESTA
ENCUENTRO
LO SAGRADO
MEMORIA VIVA
ELEMENTOS DE UNA CELEBRACIÓN DE LA PALABRA
Existen algunos elementos que considero componentes indispensables y que forman parte de toda Celebración de la Palabra:
ELEMENTOS
INDISPENSABLES • LA PALABRA DE DIOS
• LA COMUNIDAD O ASAMBLEA
• UN MOTIVO O TEMA
• EL GESTO SACRAMENTAL
• EL CLIMA FESTIVO
• LA ORACIÓN
• EL COMPROMISO PERSONAL Y COMUNITARIO
La Palabra de Dios
Toda celebración supone un encuentro comunitario en torno a la PALABRA DE DIOS, para celebrar la vida, algo que ha sucedido o se ha aprendido en catequesis y expresar juntos la fe.
No es un mero teatro o representación sino que es un verdadero encuentro: Dios se hace presente, se revela a los hombres a través de su Palabra (Jn.1, 1-14). Dios actuó en favor de su pueblo y quiso que todo lo actuado por Él llegara a todos los hombres a través de las Sagradas Escrituras. La Biblia es el principal modo como la Iglesia ha interpretado, reconocido y conservado la revelación de Dios.
Por todo lo expuesto, una Celebración donde falte la Palabra de Dios carece totalmente de sentido. En nuestro caso, por tratarse de niños, el texto de la Palabra de Dios debe ser breve y elocuente, pero nunca deberá estar ausente.
La comunidad o asamblea
Otro elemento importante a tener en cuenta en una celebración es LA ASAMBLEA O COMUNIDAD, la gente que quiere celebrar algo. En nuestro caso, los niños son los verdaderos protagonistas. Si no logramos que participen plenamente, se transformarán en meros espectadores.
Los niños deben sentirse convocados, invitados, llamados en nombre del Señor a participar con todos sus sentidos en lo que van a realizar.
Motivo o tema
Siempre existe un MOTIVO para celebrar. Cualquier tema puede ser celebrado. Un hecho ocurrido y por el cual queremos dar gracias a Dios, un acontecimiento, una experiencia que hayamos vivido o un tema aprendido en la catequesis. Lo importante es que tenga que ver con lo que el niño está viviendo y aprendiendo.
Todos los temas de la catequesis pueden ser celebrados. Especialmente al concluir cada eje o núcleo catequístico convendría realizar una celebración. Las fiestas litúrgicas como la Pascua, Pentecostés, Navidad, la Epifanía, el Santo Patrono, son ocasiones privilegiadas, que bien pueden ser tema de una celebración especial.
Tratándose de niños, todo debe girar en torno a una sola idea, clara, concisa y sencilla. Cada celebración debe presentar un tema por vez. Hay que evitar esa tendencia a desarrollar varios temas en una sola celebración, cosa que confunde a los chicos y los dispersa.
El gesto sacramental
Es un signo actuante y eficaz de la acción salvífica de Dios. No es un rito mágico ni supersticioso. Sólo produce su efecto si la persona está bien dispuesta y preparada para recibirlo.
Todo encuentro con Dios se expresa por y a través de gestos rituales o gestos sagrados (hacer la señal de la cruz, saludar, encender un cirio, arrodillarse, darse la paz, extender los brazos, besar una imagen, rociar con agua bendita, etc.).
Las celebraciones para los niños deben contener una gran variedad y riqueza de gestos. Es imprescindible que los niños conozcan bien y en profundidad el significado de los gestos que van a realizar durante la celebración (cada tanto será necesario volver a ahondar el significado de los mismos, ya que la rutina puede transformar un gesto valioso en una práctica ritual sin sentido).
El clima festivo
Una celebración es algo muy diferente de una ceremonia aburrida, tediosa y pesada. ¡Cuánto más si los que participan son niños! Siempre una celebración para el niño significa una fiesta, una gran alegría. Incluso para los adultos una fiesta implica algo extraordinario; todo el ambiente luce distinto: el aseo y limpieza, la decoración, la música, los cantos, la vestimenta, etc.
Para lograr ese clima festivo es importante lograr un MARCO FÍSICO DIGNO Y DIFERENTE Todo el ambiente debe hablar de algo distinto. Se pueden disponer almohadones, láminas, alfombras, flores, velas, guirnaldas, alguna imagen religiosa, música de fondo, etc. En cada celebración se procurarán símbolos distintos y variados, pero buscando no poner demasiados signos por celebración, ya que puede dispersar a los niños.
El lugar para una celebración con chicos debe elegirse cuidadosamente, de acuerdo a lo que se celebra. Preparar el lugar para la celebración, puede ser una hermosa ocasión para un trabajo en conjunto con chicos y papás.
Evidentemente, lo más importante de un CLIMA FESTIVO es la disposición interior de los chicos, (que en esta edad, se logra a través de gestos, cantos, aplausos, etc.) y no solamente los objetos externos.
La oración
Toda celebración deberá conducir a un encuentro con Dios, es decir debe ser un ENCUENTRO DE ORACIÓN personal y comunitaria.
En cualquier celebración que hagamos con los niños debe existir un espacio (aunque sea breve) para la oración personal, para la oración silenciosa.
Los niños tienen que acostumbrarse lentamente a lograr espacios de silencio interior, asimismo deben tener sus primeras experiencias de oración comunitaria. Ellos deben poder captar que la comunidad, la familia, los amigos, los demás también están para rezar con uno, para compartir alegrías y dolores, para rezar juntos por una intención personal. Un niño pidiendo a sus amigos que recen por su gatito enfermo está generando un acto salvífico del amor de Dios.
Es muy importante que los niños puedan hacer oración y expresar en voz alta sus propias preocupaciones, sus propias intenciones. Estas oraciones espontáneas -de petición, de alabanza y de agradecimiento- muy caras a los niños y, estoy convencido, que a Dios también, van a ir despertando el sentido comunitario de la oración. Es de lamentar que cuanto más pasan los años, más nos vamos alejando de la oración comunitaria, compartida desde la vida.
El compromiso pesonal y comunitario
Es el fruto normal de la celebración. Debe nacer de cada niño. A veces será sugerido o propuesto por la catequista, pero respetando la expresión de cada uno.
En los niños este compromiso debe ser concreto (por ejemplo: compartir una golosina con mi compañero en la próxima merienda, ayudar a mamá a ordenar mis juguetes, etc.); evaluable, es decir que el chico y el catequista puedan saber si se cumplió o no; cercano o sea, no muy lejano en el tiempo.
Muchas veces, en los niños, el compromiso se manifiesta a través de expresiones como acompañar los cantos con todo el cuerpo, dibujar el compromiso a realizar o exteriorizarlo con una dramatización, un signo, una postura, un afiche en común o un gesto comunitario.
LA PREPARACIÓN DE LA CELEBRACIÓN.
Para que una celebración tenga posibilidades de llegar a buen término es necesario tomarse un tiempo importante para pensarla, para prepararla bien.
Podemos hablar de dos momentos: la preparación remota y la preparación inmediata. .
a) La preparación anterior o remota.
El éxito de una celebración depende muchas veces de una buena preparación. No puede ser librada al azar o a la improvisación. Hay que escribirla, pensarla con tiempo y bien. Y lo más importante: rezarla delante de Dios.
Habrá que determinar: ¿qué objetivo me propongo con la misma?; ¿cuándo y en qué lugar se va a realizar y si está disponible en ese momento?
¿Es necesario distribuir funciones? ¿Qué cantos vamos a elegir? ¿Cuál será la Palabra de Dios? ¿Qué materiales se van a necesitar?
¿Qué van a hacer los chicos antes y durante la celebración? ¿Cómo se ubicarán? ¿Cuál va a ser el gesto a destacar? ¿Tienen que llevar algo preparado? ¿Van a participar otras personas? ¿Hay que invitarlas? ¿Cómo? ¿Qué papel desempeñarán?
¿Qué elementos pueden jugar en contra? ¿Están previstas las posibles dificultades?
En síntesis: prever el QUÉ, QUIÉN, CUÁNDO, DÓNDE, CÓMO Y EL POR QUÉ de la celebración.
b) Preparación previa o inmediata.
El mismo día de la celebración, en algún momento previo, siempre es importante preparar todo cuidadosamente.
Habrá que:
+ Explicarle a los chicos qué van a hacer, ensayar las canciones, las dramatizaciones, etc.
+ Fijarse si están todos los elementos dispuestos y adecuado el lugar (por ej.: almohadones, Biblia, velas, fósforos o encendedores, floreros, etc . + Probar todos los materiales a utilizar: proyector, pantalla, grabador, casettes, alargues, etc. No es la primera ni la última vez que una celebración no se puede realizar por culpa de un enchufe o adaptador.
ESQUEMA BÁSICO DE UNA CELEBRACIÓN DE LA PALABRA.
Cualquier esquema puede ser útil para una celebración. Aquí sugiero uno que en mi experiencia ha resultado apropiado y que puede adaptarse con facilidad a cualquier tipo de celebración.
AMBIENTACIÓN: se ubica a los chicos y participantes y se les da la bienvenida. Se les recuerda lo que se va a celebrar y con qué fin estamos reunidos. (Si los chicos entran en procesión habrá que esperar a que estén ubicados)
CANTO DE ENTRADA: apropiado al contenido de lo que se celebra.
RITOS INICIALES: señal de la cruz, pedir perdón por las faltas cometidas, etc.
PROCLAMACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS: de manera digna y clara se proclama la Palabra. Se debe elegir una sola lectura y breve. No necesariamente el Evangelio (si lo es, previamente se canta el aleluya) y los chicos pueden permanecer sentados respetuosamente.
EXPLICACIÓN DE LA PALABRA: muy breve y sencilla, adaptada al nivel de los niños.
MOMENTO PARA LA ORACIÓN PERSONAL: es el momento de la oración personal, de hacer silencio y recogerse interiormente para hablar con Dios.
SIGNOS... GESTOS... SÍMBOLOS... POSTURAS... RITOS...: en este momento los chicos realizarán el signo o gesto elegidos: ofrenda de regalos preparados para Dios, entrega de flores a la Virgen, compartir una dramatización, besar una imagen procesionalmente, bailar en torno a una imagen, etc. Mientras tanto se puede acompañar con una canción relacionada con lo que está sucediendo.
COMPROMISO PERSONAL Y GRUPAL: muchas veces va incluido en el paso anterior.
RITOS FINALES O DE DESPEDIDA: saludo. Bendición final (aunque seamos simples laicos, sin rango de ministros, podemos invitar a la asamblea a acoger la bendición de Dios con la siguiente fórmula o alguna parecida: "Que a todos nos bendiga Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén. ")
CANTO DE SALIDA.
EVALUACIÓN DE LA CELEBRACIÓN.
Después de cada celebración es conveniente que hagamos nuestra propia evaluación de la misma, siguiendo esta guía que les propongo u otra similar:
• ¿Se cumplió el objetivo de la celebración?
• ¿Qué fue lo mejor? ¿Qué falló?
• ¿Se destacó la Palabra de Dios como central?
• ¿Hubo clima de oración?
• ¿Participaron los chicos? ¿En qué se notó?
• ¿Se logró el clima de fiesta? ¿El ambiente y los materiales fueron los apropiados?
• ¿Hubo unidad entre la Palabra de Díos, los cantos, los gestos, las oraciones y el compromiso?
ALGUNAS CONSIDERACIONES PARA LAS CELEBRACIONES CON NIÑOS
Dadas las características de los niños, es imprescindible tener en cuenta algunas apreciaciones particulares. Ante todo las celebraciones deben ser BREVES, SIMPLES, CON RITMO, ALEGRES y VIVIDAS INTENSAMENTE.
Los cantos dramatizados con todo el cuerpo, los gestos vividos "con todo", los momentos de oración, cortos y profundos; la proclamación solemne de la Palabra de Dios, la participación de los papás y familiares. Todo, todo debe desbordar y conducir a la fiesta que viven y están celebrando los pequeños.
Debemos procurar una gran ilación entre los cantos; los gestos, la Palabra de Dios, el compromiso. Es decir, la celebración debe girar en torno a un solo tema, muy claro y concreto. No es cuestión de recargar la celebración con gestos complicados, con extensas explicaciones. Los niños son simples para festejar. No compliquemos las cosas por demás.
Otra cosa: es muy importante respetar el propio ritmo de los chicos. No hay que desanimarse. No siempre las cosas salen como uno quisiera, porque los chicos son los verdaderos protagonistas.
Todo lo que importa es que los chicos vivan en fiesta porque Dios los ama. ¡Qué la celebración sea para ellos la fiesta del encuentro con sus amigos y con Dios! En síntesis: ¡qué celebrar sea una forma de vida!
C) LOS SIGNOS Y GESTOS
EL GESTO EN LA COMUNICACIÓN HUMANA
El gesto es el lenguaje humano y religioso más primitivo y universal. Desde tiempos remotos el gesto ha servido de instrumento de comunicación antes que la palabra. Aún hoy cuando dos personas no hablaran el mismo idioma, sí podrían comunicarse a través del lenguaje gestual.
Los gestos impresionan más que la palabra. La comunicación gestual muchas veces es más completa y efectiva que la comunicación verbal: una mirada cómplice, un levantar las cejas o una palmada de aliento expresan más que la sola palabra. Todo nuestro cuerpo tiene un lenguaje específico cuyo valor nunca desestimamos. Una persona podría estar diciéndonos oralmente algo, pero si no apoya o acompaña lo que dice con el lenguaje gestual-corporal, enseguida dudaremos de ella o nos pondríamos en guardia.
Por otra parte, el gesto nos permite expresarnos más concretamente. El lenguaje oral suele ser una expresión más abstracta que el gesto. El gesto es más concreto, tangible. Nuestra vida afectiva, nuestros estados de ánimo se expresan más y mejor a través de gestos que de palabras: una sonrisa, una caricia, un abrazo, un beso, una lágrima, etc.
El gesto también puede ayudar a modificar nuestro estado interior. El solo hecho de hacer un gesto va a crear o intensificar el sentimiento expresado en él, sobre todo si ese gesto es comunitario. Por ejemplo: el hecho de que dos personas distanciadas se reconcilien se reforzará más en un abrazo de perdón, y este abrazo a su vez ayudará a la sanación interior. Nuestra vida toda está a tal punto plasmada de gestos que muchas de nuestras acciones carecerían totalmente de sentido si tales gestos no existieran.
JESÚS, EL GRAN GESTO DE DIOS.
Dios mismo se fue revelando a los hombres por medio de gestos salvíficos. La Historia de la Salvación está llena de gestos de Dios hacia los hombres y de éstos hacia Dios. Todo para preparar la venida de su Hijo único, JESÚS, EL GRAN GESTO DEL AMOR DE DIOS.
Jesucristo en su encarnación, plasmó su vida de gestos salvíficos: imponer las manos, poner saliva en los ojos, multiplicar los panes, levantar al lisiado y muchísimos gestos más. Antes de morir tuvo su gran gesto con aquellos que amaba: les dejó su cuerpo y su sangre en memoria suya, en forma de pan y vino, de Eucaristía viva.
Jesús legó a sus apóstoles, a su Iglesia, una serie de gestos salvíficos a través de los cuales Dios continuará haciéndose presente en medio de los hombres: los sacramentos. Los sacramentos son, en este sentido, los signos o gestos mediante los cuales Jesucristo sigue actuando eficazmente en el hoy de la Iglesia. Cada uno de ellos tiene un significado específico, de manera que la Gracia de Dios se siga derramando a todos los hombres de todos los tiempos.
La Iglesia ha mantenido y retomado los gestos de Jesús, de manera muy especial, a través de la Liturgia. En este caso, los gestos sagrados han sido "sacralizados" al ser asumidos por Dios. Es decir, que tienen un sentido religioso propio.
El Pueblo de Dios ha expresado su amor filial a través de muchos gestos de gran contenido espiritual. Nuestra tarea será llevar a los niños a que vivan esos gestos; a que descubran su honda significación espiritual y se comuniquen mejor con Dios.
IMPORTANCIA DEL GESTO PARA LOS NIÑOS
"Contrariamente a lo que pasa con el adulto, el gesto no es, para el niño, la proyección de una idea o de un sentimiento que tiende a la exteriorización; es el medio por el cual la idea o sentimiento penetra en la conciencia. "
Lubienska de Lenval
El gesto es, para el niño, un medio mucho más significativo que la palabra. Además, el gesto permite al niño expresar lo que no puede decir con palabras o dar más fuerza al sentido de las mismas. Los niños captan mucho más aquello que les queremos transmitir cuando son capaces de expresarlo a través de un gesto o signo, reafirmando el conocimiento intelectual, uniendo así la memoria intelectual con la memoria afectiva. Por ejemplo: un niño expresará mucho más profundamente su sentimiento de alabanza haciendo un gran saludo a Dios con los brazos para acompañar las palabras: "yo te alabo Dios mío" que si pronunciara sólo el texto.
Los niños, sobre todo los pequeños, necesitan mucho más del gesto para expresarse. Casi que si no interviene todo el cuerpo o algunas partes del mismo, la comunicación parece estar incompleta. El niño se expresa con todo su cuerpo, vibra cuando está en movimiento. Todo lo que involucre a sus sentidos lo involucra a él. Evidentemente los chicos no sólo disfrutan más cuando todo el cuerpo expresa lo que sienten sino que esta expresión hace que sientan más profundamente lo que dicen. Una cosa es decir que estamos contentos porque Jesús nos ama y otra muy distinta, es bailar una ronda en torno a una imagen de Jesús cantándole con todo nuestro ser la canción: "yo tengo un amigo que me ama".
Los niños, a partir de la valoración de sus gestos naturales, comenzarán a descubrir -guiados por nosotros- el sentido religioso de los gestos que les enseñemos. Debemos procurar que los niños vivan los gestos religiosos que realizan. Es importantísimo que nosotros primero conozcamos el sentido de dichos gestos y los hagamos-vivamos con detenimiento, luego se los transmitiremos lentamente y con gran dignidad. Nosotros debemos siempre hacer y vivir los gestos con los chicos. Entonces se desata una corriente de contagio que es muy beneficiosa para el crecimiento en la fe.
Debemos exigirnos y exigirles a los chicos gran autenticidad y sinceridad, de modo que no realicemos gestos que no respondan a actitudes interiores. ¡Recuerdo a una maestra jardinera que estaba más preocupada porque sus alumnos realizaban la señal de la cruz con la mano izquierda que por si realmente se ponían en presencia de Dios al hacerla!
Es muy importante buscar y explicar el significado de los gestos que realizamos. En este sentido los gestos, la valorización, el cuidado y la oportunidad de los mismos son un vehículo privilegiado para la celebración de la fe. El niño entra en el mundo de la liturgia cargado de signos. La catequesis debe cargar de contenido al gesto para que no resulte vacío. Desafortunadamente, la rutina o la falta de conocimiento terminan por anular el sentido de gestos que en otro momento fueron muy valiosos. Con los chicos, más aún. Continuamente hay que detenerse en los gestos sagrados que utilizamos; tomarnos el tiempo que sea necesario para que se internalicen y, sí es necesario, recrearlos permanentemente. Muchas veces podrán crearse gestos junto con los chicos; lo importante es que ayuden a expresar mejor nuestro amor a Dios.
A continuación propongo una lista con una breve explicación de los gestos sagrados que utilizamos comúnmente en nuestra liturgia.
SIGNOS SAGRADOS
Señal de la cruz: es el signo de la Salvación ya que en la cruz Jesús nos redimió. Es el signo de Cristo. Se hace lenta, ampliamente y con esmero. AI realizarla nos ponemos en la presencia de Dios, ante cualquier situación de nuestra vida
Señal de la cruz (larga): se realizan tres cruces, lenta y ceremoniosamente. Primero, sobre la frente; luego, sobre los labios y finalmente, sobre el pecho. Al mismo tiempo se dice:
+ " Purifica, Señor, mi mente;
+ purifica, Señor, mis labios;
+ purifica mi corazón para escuchar y anunciar tu Palabra"
Esta señal de la cruz se emplea antes de la lectura de los Evangelios, remplazando a la anterior {corta). Por lo tanto debe realizarse sólo una.
Estar de pie: cuando algo o alguien importante está por venir, el estar de pie para recibirlo significa estar dispuesto y activamente preparado para atenderlo.
Arrodillarse: ante la grandeza y la santidad de Dios la persona se arrodilla para expresar su pequeñez, su humildad, su alabanza al Dios que ama y le dio la vida. El hecho de arrodillarse índica que el corazón se inclina con profundo respeto ante Dios.
Estar sentados: es la actitud del que está disponible para escuchar atentamente al otro o a la Palabra de Dios.
El inclinar la cabeza: indica reverencia o saludo ante Dios. Se emplea al pasar delante del altar.
Inclinación del cuerpo: al igual que el anterior indica adoración y respeto ante la presencia de Dios.
Genuflexión: la rodilla derecha en tierra, la izquierda flexionada y la cabeza inclinada. Indica saludo y adoración, especialmente delante de Jesús Sacramentado, en el sagrario.
Postración: el hecho de tirarse al suelo delante de Dios expresa la pequeñez y la entrega total de una vida consagrada a Dios (por ej.: en las ordenaciones sacerdotales los noveles sacerdotes realizan este gesto).
Golpearse el pecho: es un signo penitencial. El arrepentimiento se manifiesta a través de un golpe en el pecho con el puño cerrado y con vehemencia. Debe golpear las puertas de nuestro mundo interior y hacernos vibrar para que veamos a Dios y volvamos a ÉI.
Parados con los brazos abiertos: el alma se abre totalmente delante de Dios en señal de alegría, alabanza, júbilo y acción de gracias.
Abrazo de la paz: el darse la paz no sólo implica reconciliarse con el otro sino que expresa el deseo de que Dios nos inunde con su paz.
Las manos: en modo particular, el rostro y las manos son instrumentos y espejo del alma. Después del rostro, las manos son la parte más expresiva del cuerpo. Con ellas podemos tomar distintas posturas que revelan significados diferentes:
Manos juntas: expresan la unión total de la persona, en dirección a lo alto, a Dios.
Manos entrecruzadas: ante una situación tensionante o una aflicción profunda, las manos entrecruzadas expresan la necesidad de unidad y fortaleza interior para pedir auxilio a Dios.
Manos abiertas y extendidas hacia arriba: expresan la actitud de pedir y recibir algo, de recibirlo a Dios.
Tomarse las manos: es señal de unidad y de corriente interna y afectuosa que circula entre quienes realizan el gesto, para alabar a Dios.
Imposición de las manos: las manos extendidas hacia abajo sobre la cabeza de los otros significan la transmisión del poder y de la fuerza del Espíritu, en nosotros.
Aplaudir para Dios: expresa aprobación y alegría por todo lo recibido. Es para los chicos como decir: ¡Viva Dios!
Bendición: sólo Dios puede bendecir. Su amor todopoderoso se dirige al corazón de sus creaturas. De la mano de Dios fluye la fuerza santa y buena que hace crecer. Dios se da a sí mismo. Sólo se pueden bendecir a las personas. Cuando se bendicen objetos, se está bendiciendo a las personas que los van a utilizar.
Entrada procesional: expresa la marcha del Pueblo de Dios; un peregrinar todos juntos, como pueblo, hacia el Padre.
Tomar gracia: es decir, acercarse a una imagen, tocarla y hacer la señal de la cruz. Significa implorar la intercesión de ese santo para que Dios derrame su Gracia sobre quien lo implora.
Besar la imagen o tirar besos: son formas de expresar cariño y reverencia. Es importante aclarar a los niños el valor relativo que tienen las imágenes.
Llevar flores o regalos: expresan cariño, recuerdo y pensar en el otro. Especialmente cuando se trata de la Virgen María.
Las velas: el sentido más profundo de la vida es consumirse en verdad y en amor por Dios y los demás. La vela encendida representa la presencia de Cristo Resucitado sobre todo en el Cirio Pascual.
El agua bendita: plena de misterio es el agua. Clara, simple, purificadora, confortante y poderosa a la vez. De ella fluye la vida. Al hacer la señal de la cruz, mojando los dedos en agua bendita, con la debida disposición interior se perdonan los pecados veniales o leves.
EL CANTO
"Cantar es propio del que ama"
"Cantar es orar dos veces"
San Agustín
La facultad de cantar es una de las grandes maravillas que el hombre ha recibido de Dios. Desde tiempos muy remotos el canto ha estado ligado a las manifestaciones humanas y religiosas del hombre.
El canto es una forma intensa de expresión verbal, poética y musical a la vez. Es una de las maneras más completas de la expresión humana y quizás uno de los mejores momentos para alabar a Dios.
No hay que perder de vista que el canto en la catequesis tiene un neto sentido religioso: es decir, "religar" a la creatura con su Creador; hacer del canto religioso una oración (personal o comunitaria), una forma de comunicarse con Dios. El canto es esencialmente comunitario, por eso se presta para orar en conjunto, haciendo que el grupo tenga un mismo sentir. El canto sirve también para orar a solas con nuestro Padre Dios. Cantar es expresar juntos nuestra fe y es una respuesta unánime a la Palabra de Dios.
El canto ocupa un lugar destacadísimo en la catequesis infantil. Junto al gesto es uno de los medios de expresión que más gusta y atrapa a los niños. EI canto penetra de tal modo en el corazón de los pequeños que muchas canciones aprendidas en la infancia se recuerdan de por vida.
El canto religioso es un recurso educativo-recreativo-pastoral importantísimo. En la catequesis de niños el canto debe ser un elemento cotidiano y permanente. Se los recomiendo vivamente. Es más, creo que la incorporación del canto en la catequesis infantil es UNA OPCIÓN METODOLÓGICA ya que, en la práctica, se trata de una "catequesis cantada".
Una catequesis infantil sin cantos es una catequesis "muerta" antes de empezar. Toda nuestra catequesis debe desbordar de momentos de canto, de canciones compartidas. Especialmente cuando unimos cantos con gestos. Esta fusión "mágica" de canto y gesto genera en los pequeños una respuesta que ni siquiera imaginamos, cuya potencia educadora es de difícil dimensionamiento. Quienes ya han hecho la experiencia sabrán que pocas cosas les gustan más a los niños que "cantar con todo el cuerpo", es decir, hacer una sola cosa del gesto y la canción. Un catequista creativo podrá crear junto a los chicos y elegir los gestos que mejor se identifiquen con las canciones cantadas por ellos y que mejor ayuden a comunicarse con Dios. Por supuesto, como siempre, el catequista no sólo tendrá que realizar dichos gestos sino que deberá vivirlos-cantarlos con toda su intensidad.
Un canto no se improvisa, es el resultado de un trabajo catequístico. Frecuentemente el canto es descuidado: se canta como se puede y cada uno hace su propia música. Hay que aprender a cantar y a cantar bien. Una canción que sirve para orar es una poesía, porque además de las verdades de fe que dice, expresa también los sentimientos del corazón. La música, si es buena, subraya y hace resaltar los sentimientos: el ritmo y la melodía ayudan a expresar la alegría, la tristeza y todos los demás sentimientos. Es importante hacerlo notar y sentir al grupo de niños. La música ayuda también a la memoria: las emociones se adhieren al ritmo y a la melodía.
ALGUNAS INDICACIONES PARA EL CANTO CON NIÑOS
• Hay que poner especial cuidado en el contenido de los cantos, debido a la huella que imprimen en el corazón del niño. No debemos caer en cursilerías, simplificaciones tontas, carentes de toda poesía o sentido teológico. El contenido debe ser simple, profundo y debe estar al alcance del entendimiento del niño. Es muy importante explicar siempre la letra, previamente.
• El texto y la música deben expresar belleza y poesía, como forma de acercarse a Dios.
• Un canto dirigido al Señor debe diferenciarse de otro canto común por la forma y disposición con que se lo canta.
• La melodía debe ser afín a la edad; es decir, debe ser, alegre, ágil, corta, rítmica, sencilla, repetitiva y fácil de recordar.
• Los cantos pueden ser acompañados con gestos que refuercen el contenido, sin caer en gestos ridículos o estupidizantes.
• La letra y la melodía deben estar sintonía con el contexto litúrgico que están viviendo o con el tema catequístico en cuestión.
• Hay que recurrir a la creatividad, al ingenio y al incentivo para lograr que los chicos "vivan" los cantos dedicados a Dios.
• Los chicos están más pendientes de la canción en sí que de la forma en que ésta es cantada por el catequista (no son un jurado exigente sino más bien un público deseoso de cantar y aprender la nueva canción). Por lo tanto, podemos movernos y cantar con cierta tranquilidad, aunque nos equivoquemos.
• En la medida que se pueda, es conveniente acompañar los cantos con instrumentos musicales, más aún cuando son los mismos niños que los ejecutan.
• Es muy importante el ensayo previo de los cantos. Los niños deben llegar a las celebraciones conociendo el texto y la música de antemano. No sólo habrá que explicar el significado de los textos sino que los niños deberán memorizar la melodía previamente. Un buen momento para ir memorizando los cantos son los espacios previos a las celebraciones o antes mismo de iniciar la catequesis, cuando se realiza la reunión general de los grupos.
• Es conveniente al principio contar con un cancionero para ir acostumbrándose a los cantos, aunque es recomendable que los mismos se vaya aprendiendo e interiorizando de memoria.
• Si uno no se siente capacitado para cantar, puede solicitar ayuda a otros catequistas o podría ayudarse con un grabador.
• A muchos papás les interesa tener en sus casas copias (texto y música) de las canciones para cantarlas con sus hijos. Habrá que prever la forma de hacer conocer las canciones a las familias.
• Hagamos uso pero no, abuso. Muchas canciones hermosas se terminan "gastando" porque las repetimos interminablemente en toda ocasión.
• No es recomendable utilizar melodías de canciones conocidas, a las que se les ha cambiado la letra, ya que los niños y los grandes instintivamente se remiten a la canción preexistente.
Hay que esforzarse en conseguir la mayor cantidad de canciones. Gracias a Dios y a la tarea de muchos catequistas, músicos y poetas están apareciendo nuevos cancioneros religiosos, especialmente compuestos para niños. Hay que saber buscar y quedarse con lo mejor.
Estas indicaciones que acabo de darles pretendieron ser, solamente, una guía para la utilización del canto religioso en la catequesis. Claro está que la única manera de aprender a cantar canciones con los niños es cantando con ellos; sólo quien ha pasado por tal hermosa experiencia puede darse cuenta del inmenso valor que tiene para la catequesis.
D) LA EUCARISTÍA CON NIÑOS
Todo lo que veníamos reflexionando en este capítulo acerca de las Celebraciones de la Palabra, los signos y gestos y el canto se aplica de manera especial a las Eucaristías con niños. Por ello, en este apartado profundizaremos los aspectos que directamente tienen que ver con la Misa con niños, integrando todo lo expuesto hasta ahora.
"La Eucaristía es el corazón y la cumbre de toda la Iglesia"
Catecismo de la Iglesia Católica N° 1407.
La participación en la Eucaristía nos une al corazón de Jesús, nos da fuerzas para amar, nos hace desear la vida eterna y nos une, desde ya, a la Iglesia del cielo, a la Santísima Virgen María y a todos los santos. Todos los cristianos, incluidos los niños, somos depositarios de este sagrado don, que nos dejara Jesús, en memoria suya.
Es a través de la Eucaristía que los niños se van plenificando, es decir, abriéndose a recibir la Gracia de Dios. Lo que celebramos en la Eucaristía debería transformarse en la cumbre y la fuente de toda nuestra espiritualidad personal, matrimonial, familiar y comunitaria. La celebración cristiana tiene un motivo fundamental: los creyentes se reúnen como familia, como Iglesia para celebrar, no algo sino a Alguien: al Padre y por Jesucristo, en el Espíritu.
Todo creyente puede y debe aportar a la fe de la Iglesia. Por eso los niños tienen en esto su parte activa. Si la Eucaristía ha sido la fuente y culmen de la existencia humana y de la vida de la Iglesia, la celebración eucarística con niños es una ocasión a través de la cual los niños pueden expresar su fe y aportar al resto del pueblo de Dios su propia riqueza.
La fe comienza a hacerse vida cuando se celebra, dado que la celebración compromete a toda la persona: corporeidad, inteligencia, afectividad y voluntad. Teniendo en cuenta esto realizar la Celebración Eucarística con niños no es ofrecer una celebración para cristianos en miniatura, sino que es celebrar desde y con los niños la acción de gracias a nuestro Señor que se entregó por nuestra salvación. Es celebrar, permitiendo que los niños entren en una experiencia espiritual, acorde con su edad, psicología, realidad e intereses. Es tan importante adaptar la celebración a los niños como adaptar los niños a la celebración.
La catequesis eucarística.
"Tal vez sea el momento de tomar conciencia de la importancia de los niños en la Nueva Evangelización, por ser ellos, quienes con su frescura y espontaneidad, pueden hablarnos de Jesús a los mayores... "
P. Eduardo García
La celebración eucarística no es una amalgama de ritos, sino una acción de Dios y una acción de gracias del hombre, realizada mediante un conjunto de signos: gestos, palabras, lugares, objetos. Todos ellos no son importantes absolutamente, sino en tanto y en cuanto nos conducen a Dios. Por una parte, para que un signo sea válido, los niños deben ser protagonistas (es decir que el signo debe insertase en su mundo) y, por otra, el signo no tiene significado por sí mismo, sino en situación.
La catequesis eucarística deberá cultivar esos valores humanos, de manera que los niños (gradualmente de acuerdo a su edad y condiciones psicológicas y sociales) abran su ánimo a la percepción de los valores cristianos y a los misterios de Cristo. Una comunidad cristiana que da testimonio del Evangelio, que vive en fraterna caridad, que celebra los misterios de Cristo activamente, es una escuela óptima de educación cristiana y litúrgica para los niños que en ella viven.
Aunque la Liturgia en sí misma ejerce también en los niños su propia fuerza de enseñanza, es muy importante dentro de la catequesis de niños, dedicar un tiempo a la catequesis de la Misa, conducente a la activa, consciente y genuina participación en la misma.
Tomar en serio a la niñez, no sólo como un paso a la adultez, sino como un tiempo de la vida con características propias, equivale a tener en cuenta y valorar al niño en su forma de ser, de expresarse, de pensar, de percibir la realidad, de amar, de relacionarse con los demás, con las cosas y con Dios. No podemos pensar en la fe de los niños como una fe diminuta o incompleta. El niño tiene una profunda capacidad de conocer y entablar una relación de amistad con Dios que nosotros debemos favorecer y cultivar.
La catequesis eucarística o catequesis de la Misa tiene que centrarse en la explicación permanente y renovada de los elementos que intervienen en la liturgia: los tiempos litúrgicos, los colores, los elementos que se usan en la Misa, la vestimenta del sacerdote, etcétera.
Elementos litúrgicos
El altar: mesa rectangular sobre la cual se colocan las ofrendas y se realiza la consagración. Es la mesa del banquete y representa a la persona de Jesús. Por eso cada vez que pasamos frente al altar hacemos una reverencia inclinando la cabeza.
Cáliz: vaso consagrado para contener e! vino que se convertirá en la sangre de Jesús.
Patena: plato donde se coloca la hostia que el sacerdote consagra durante la Misa y come en la comunión.
Copón: copa grande con tapa, destinada a la conservación de las hostias consagradas.
Velas: habitualmente se usan dos, y representan la presencia de Jesús resucitado que es nuestra luz.
Libros: el misal contiene las oraciones propias de la Misa y el leccionario, las lecturas bíblicas de cada día del año.
Vinajeras: dos recipientes que contienen el vino y el agua para el ofertorio y la purificación de las manos del sacerdote.
Mantel: recubre el altar, es blanco y simboliza la fiesta y la pureza
Corporal: lienzo blanco que se coloca encima del mantel, sobre el cual el sacerdote realiza la consagración.
Crucifijo: preside la celebración y es el símbolo de lo que festejamos: la muerte y resurrección de Jesús, ¡su misterio pascual!
Flores: simbolizan nuestra fiesta y alegría de celebrar.
Si bien todos celebramos la Eucaristía, el sacerdote es el que preside la celebración, en nombre de Jesús. En la Misa, el sacerdote representa a Cristo sacerdote. Estas son las vestiduras que el sacerdote usa para la celebración:
Alba: es una túnica blanca que llega hasta los pies; simboliza la pureza y la alegría de los que somos santificados por Cristo.
Estola: es una delgada tira de género que se coloca alrededor del cuello. Es símbolo del poder sacerdotal y el sacerdote la usa para la celebración de los sacramentos.
Cíngulo: es un cordón que e! sacerdote lleva alrededor de !a cintura; simboliza !a actitud de servicio a Jesús.
Casulla: es un manto de color, un vestido de fiesta. El color está determinado por el tiempo litúrgico y la fiesta que celebramos. Blanco = fiesta. Verde = esperanza. Morado = penitencia. Rojo = fuego, sangre (martirio).
La preparación de la Eucaristía con niños.
Debemos ayudar a los niños a vivir los valores cristianos, a través de una liturgia en la que participen con toda su persona y puedan expresarse con signos asequibles para todos y en un lenguaje apropiado...
La preparación de la celebración eucarística con niños debe tener como base aquellos elementos que conforman el mundo infantil y expresan al niño y a su vez, a través de los cuales él puede expresarse. La música, el lenguaje, los gestos, las oraciones tienen que responder al niño y ser un vehículo para que el niño pueda alabar a Dios.
Como en una fiesta, es necesario que los niños se sientan bien recibidos, que les estén esperando, que los acompañen hasta sus lugares, que los vayan predisponiendo ensayando los cantos que se utilizarán en la celebración. El niño debe experimentar la compañía y la asistencia de los catequistas y del celebrante. Todo material que se vaya a utilizar durante la celebración debe estar previamente preparado y dispuesto.
He aquí algunos elementos que habrá que tener en cuenta al momento de realizar una eucaristía con niños:
a) La participación activa de los niños.
"Los principios de una activa y consciente participación tienen también valor aún cuando la Misa se celebre con niños De ahí que deba cuidarse en que todas las cosas se realicen para aumentar dicha participación y que se torne así mucho más eficaz.. "
Directorio Litúrgico para las Misas con participación de niños, n° 22
Un elemento muy importante a tener en cuenta para que la celebración no sea una representación, es la participación activa de los niños en la misma lo que hace que se sienta auténticos protagonistas de aquello que se está llevando a cabo. Esta participación es lo que le va a permitir crear el vínculo entre la celebración y a la vida misma.
El niño debe llegar a vivir la celebración eucarística como algo propio porque:
• Está destinada para él.
• Dios quiere manifestarse y hablarle.
• Él la necesita para crecer en la fe.
• Tiene que ser un espacio para el encuentro entre Dios y los niños y de los niños entre sí.
Por esta razón, es conveniente que los niños y niñas no sólo participen en la preparación sino también en las distintas acciones de la Misa. Éstas podrían ser:
• Preparar y ambientar el lugar.
• Preparar los ornamentos y el altar.
• Cantar en el coro y tocar instrumentos musicales.
• Proclamar las lecturas.
• Responder en la homilía, de diversas formas.
• Recitar las intenciones de la oración de los fieles.
• Llevar las ofrendas al altar.
• Participar cantando de la Plegaria Eucarística y de todas las partes donde se requiere cantar.
• Etcétera.
Es muy importante -y valorado por los niños- formar con ellos equipos de liturgia, donde los niños y niñas puedan ir tomando contacto con las cosas sagradas y la preparación de la Misa, algo así como una escuela de monaguillos, acólitos, lectores, guías, etcétera.
En todas estas cosas conviene tener presente que las acciones externas permanecerán sin fruto, más aún, serán nocivas si no sirven para estimular la participación interna de los niños. Por este motivo conviene que los niños no hagan cosas porque sí, sino que cada acción que realicen tenga una pequeña catequesis previa, mostrándoles el sentido e importancia de dicha actividad dentro de la celebración misma. Hay que tener en cuenta que cualquier forma de participación adquiere su momento culmen en la comunión eucarística en la que reciben el Cuerpo y la Sangre de Cristo como alimento espiritual.
b) La música.
En las Misas con niños la música y el canto tienen un papel muy destacado. Los niños tienen una especial afinidad con la música y se sienten plenos cantando. La música instrumental prestar un gran servicio, especialmente si la misma es ejecutada por ellos mismos. Hay que prestar especial cuidado en que la música no predomine sobre el canto o que pueda servir para distracción y no, para lograr una plena participación interior y comunitaria.
Resulta muy apropiado y comprometedor formar un coro de niños, con el acompañamiento de instrumentos musicales ejecutados por ellos mimos. El objetivo del coro en las misas no es el lucimiento, sino lograr la mayor animación y participación posibles de toda la comunidad. Hay que tener en cuenta que, tanto la letra como la música deben responder al momento de la celebración en el cual se incorpora, siendo conocidas y ensayadas previamente por los niños.
c) Elementos visuales.
El uso de lo visual en las misas con niños responde a la misma naturaleza de la Liturgia. Por ello, los elementos visuales deber ser utilizados armoniosamente y teniendo en cuenta: la claridad, la oportunidad, la belleza y el servicio que los mismos prestan a la celebración eucarística. Estos elementos son sólo recursos, para vivenciar mejor los momentos centrales de la Misa. Hay que tener especial cuidado de no saturar con elementos visuales una celebración utilizando pocos, pero con fuerza, en dirección al sentido celebrativo que se está viviendo.
Los elementos visuales de posible utilización en las Misas con niños pueden ser: láminas, diapositivas, pancartas, representaciones, películas (fragmentos), carteleras, pizarra, teatro de sombras, títeres, luces. Estos elementos cobran mayor sentido cuando son preparados por los mismos niños, teniendo en cuenta que en ningún momento deben perder su condición de facilitadores de la comunicación visual, es decir: percibidos por los ojos, la mente y el corazón de todos los presentes.
d) El mural o cartel.
El cartel es un medio de comunicación visual; un cartel es un "grito pegado a la pared". Está hecho para decir algo, para ser entendido por el sentido de la vista. Por lo tanto el cartel debe ser llamativo y bien visible, debe grabarse en la memoria con facilidad, pero sobre todo debe ser formativo catequísticamente hablando. El texto deber ser claro, preciso, expresivo y corto. El tipo de letra debe ser legible, sencilla y clara. Teniendo en cuenta que los colores afectan los sentidos de diferentes maneras, hay que utilizarlos ex profeso. En la experiencia de muchos, las mejores combinaciones para un cartel son: rojo sobre azul, rojo sobre gris, rojo sobre amarillo verdoso, rojo sobre amarillos anaranjados. La composición del cartel tiene que ver con al organización, la distribución de imágenes, palabras o textos y el color sobre la superficie del cartel. Hay que tener en cuenta la proporción entre imagen, letra y color; los espacios en blanco. Vale la pena armar y desarmar el cartel antes de hacerlo definitivamente. Los carteles hay que renovarlos periódicamente, si es posible para cada Eucaristía.
e) El guión.
El guión es lo que va dar unidad a la celebración eucarística. La idea central de la celebración eucarística se irá repitiendo a lo largo de la intervención del animador. A través del mismo se trata de centrar la atención de los niños, entrando en diálogo con ellos, buscando siempre la manera de hacerlos participar más y mejor.
El guía debe ser elegido cuidadosamente y prepararse con esmero para tan delicada tarea. Marca el ritmo de la celebración y junto al sacerdote ayuda a crear el clima del encuentro. No se trata de una predicación más, sino que su función principal es realzar lo esencial, clarificar los signos con intervenciones cortas, simples y oportunas. En todo momento debe motivar para atender y participar mejor de la celebración eucarística.
La celebración de Eucaristías con niños no implica que hay que realizar algún rito totalmente especial, sino más bien adaptar, abreviar u omitir algunos elementos y de elegir algunos textos más aptos; a fin de que no aparezca una gran diferencia entre las Misas con niños y las Misas con adultos. Tales celebraciones eucarísticas deben conducir a los niños hacía las Misas de adultos; aunque muchos principios que se aplican a la Misa de niños tendría que servir de base para la renovación de las eucaristías con adultos. Es un hecho, constatado que una buena celebración con niños, no sólo le sirve a éstos, sino que muchas veces obra de vivificante de espiritual para los adultos.
De esta manera, hemos recorrido el camino de la Iniciación Litúrgica de los niños, camino que si es realizado a conciencia, progresivamente y con dedicación y entusiasmo nos irá conduciendo al encuentro del Dios vivo, presente en cada Eucaristía.
Benavides, Luís M.
“Metodología catequística para niños”
“La iniciación litúrgica
de los niños”
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